En el último trimestre de 2014 se publicó el quinto informe, conocido como "AR5" (Fifth Assessment Report) del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC). Este panel de expertos sobre el cambio climático es el órgano internacional encargado de evaluar los conocimientos científicos relativos al cambio climático. Fue establecido en 1988 por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) para facilitar a las instancias normativas evaluaciones periódicas sobre la base científica del cambio climático, sus repercusiones y futuros riesgos, así como las opciones que existen para adaptarse al mismo y atenuar sus efectos.
Las proyecciones del AR5 contemplan varios escenarios de emisiones de manera que las proyecciones sobre concentración de CO2 para el año 2100 en el escenario más favorable, de bajas emisiones, es de 421 ppm mientras que en el más desfavorable, sin mitigación de emisiones, es de 936 ppm. Se establece que como consecuencia del aumento en los gases de efecto invernadero, entre los que el CO2 es el más importante, la temperatura media global ha aumentado
- Recursos de agua dulce
- Ecosistemas terrestres y de agua dulce
- Sistemas costeros y zonas bajas
- Sistemas marinos
- Seguridad alimentaria y sistemas de producción de alimentos
- Zonas urbanas y zonas rurales
- Sectores y servicios económicos claves
- Salud y seguridad humanas
- Medios de subsistencia y pobreza
Elevación del nivel del mar (Rohde, 2007) |
En lo que se refiere a la Seguridad alimentaria y sistemas de producción de alimentos, que es a lo que nos queríamos referir en éste post, la mayoría de los riesgos que el informe considera se refieren a "Food Security", es decir a la seguridad en la provisión de alimentos, a la producción de alimentos, y no tanto a "Food Safety" (higiene alimentaria), de lo que apenas hay referencia en el informe AR5. Todo lo referido a este tema se basa en otras publicaciones e informaciones. En lo que se refiere a la seguridad en la producción y suministro de alimentos la bibliografía existente es muy abundante y podemos resumir en qué puede verse afectada como consecuencia del cambio climático.
Efectos sobre los cultivos:
- Menor periodo de maduración de cultivos por elevación de la temperatura media y menor producción de grano cuando la elevación de temperatura se produce durante la floración (Moriondo et al, 2008
- Temperaturas muy altas después de la floración aceleran la senescencia en cereales y aumenta del estrés hídrico (Lobell et al, 2012).
- Floración y maduración prematuras en uvas, manzanos y otros cultivos (Duchêne et al., 2010; García-Mozo et al., 2010; Jorquera-Fontena and Orrego-Verdugo, 2010; Sadrasand Petrie, 2011; Webb et al., 2011…).
- Etc, etc, etc.
Por el aumento en la concentración de dióxido de carbono (CO2) y del nivel de Ozono (O3) troposférico:
- El CO2 afecta más a plantas C3 (trigo, arroz, algodón, soja, patata…) que a las C4 (maíz, sorgo, caña…). La mayor disposición de éste favorecería el crecimiento vegetal. El aumento en la concentración de CO2 en 200 ppm puede aumentar rendimiento hasta en un 36% en el arroz (Hasegawa el al, 2013) pero los extremos térmicos son un importante factor limitante.
- El O3 produce un evidente impacto negativo en el rendimiento de estos cultivos, con efectos directos sobre la función reproductora (menos semillas, detención de maduración de frutos…) disminución de la fotosíntesis y otros procesos fisiológicos. Existe un gran consenso científico respecto a los efectos de O3 (Mills et al., 2009; Ainsworth & McGrath, 2010; Booker et al., 2009; Fuhrer, 2009; Vandermeiren et al., 2009; Pleijel & Uddling, 2012; Van Dingenen et al., 2009; Avnery et al., 2011; Teixeira et al., 2011; Emberson et al., 2009; Fuhrer, 2009; Fishman et al., 2010…..)
Distribución del número de artículos científicos considerados en el AR5 según sus resultados respecto al rendimiento de los cultivos y la variabilidad del rendimiento
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Efectos sobre la ganadería:
Evidentemente todo lo que efecte a la producción de forrajes afectará a la alimentación animal y, por tanto, a la producción de alimentos de origen ganadero. Así una disminución de rendimientos en la producción vegetal traerá como consecuencia una menor disponiblilidad de forrajes y mayores precios (costes de producción). En zonas frías el aumento de la temperatura media podrá producirse una extensión del periodo de crecimiento de forrajes pero de menor calidad y la producción será muy variable debido a episodios meteorológicos extremos, lo que de hecho ya se está manifestando, como demuestran diversos estudios (Craine et al., 2010; Hatfield et al., 2011; Izaurralde et al., 2011).
Por otra parte, al igual que las temperaturas extremas afectan a la salud de la especie humana, con aumento en la morbi-mortalidad (ver, por ejemplo, Mirón et al, 2014), desde hace décadas es sabido que las especies ganaderas tienen un rango de temperaturas de confort que fuera de ellas por ocurrencia de fenómenos extremos afectan a la producción y aumentan la mortalidad de animales por estrés. Por ejemplo:
- Menor rendimiento lechero y mayor mortalidad por calor (Wall et al. 2010)
- Menor índice de crecimiento (André et al., 2011; Renaudeau et al., 2011)
- Animales genéticamente seleccionados más sensibles a cambios ambientales (Hoffmann, 2010)
- Alteraciones en el desarrollo embrionario en porcinos (Barati et al., 2008)
- Estrés por calor aumenta la mortalidad y pérdidas económicas (Vitali et al., 2009), sobre todo en broilers (Feng et al., 2008).
Así mismo la mayor variabilidad en las precipitaciones y el aumento de periodos de sequía extrema produce dificultades en el suministro de agua y aumento de costes (Molden et al., 2010).
Efectos sobre la composición y calidad de alimentos:
La calidad de los alimentos se refiere a cualquier otra característica que no sea el rendimiento y que resulte valioso para el productor o el consumidor. Los ejemplos incluyen las concentraciones de proteína de trigo y almidón, que afectan a la calidad de la masa de panificación, el contenido de amilosa en el arroz, que afecta a gusto y las concentraciones de minerales, que afectan a la ingesta de nutrientes por los consumidores.
El cambio climático tendrá algunos efectos adversos sobre calidad de los alimentos mediante el estrés biótico y abiótico previsto (Ceccarelli et al., 2010). Estos cambios pueden afectar a la calidad de los cultivos mediante la alteración del carbono y procesos de absorción de nutrientes y procesos bioquímicos que producen compuestos secundarios o en su redistribución y almacenamiento durante el desarrollo y maduración del grano. Esto a su vez podría afectar la salud humana y del ganado debido a la alteración de la calidad nutricional y/o afectar el valor económico mediante la alteración rasgos valiosos para fabricantes de productos alimenticios o para los consumidores.
Por ejemplo, los estudios indican que:
- Se ha demostrado que un aumento en la concentración de CO2 en la atmósfera está correlacionado con la menor concentración de proteína en cultivos (Pikki et al., 2007; Högy et al., 2009; Erbs et al., 2010; Ainsworth and McGrath, 2010; DaMatta et al., 2010; Fernando et al., 2012…)
- La concentración de determinados elementos, como el calcio, azufre, magnesio, hierro, cinc, manganeso y cobre disminuye entre el 2.5 y el 20% en el grano y partes verdes del trigo por el aumento de la concentración de CO2 (Loladze, 2002; Högy et al., 2009;Fernando et al., 2012)
- Menor calidad de la levadura y de la yuca (Högy et al., 2009; Erbs et al., 2010) por alteración y redistribución de componentes.
- Mayor riesgo de crecimiento de Fusarium pseudograminearum (Melloy et al., 2010)
- O3 efecto contrario que el CO2 respecto a la proteína (Pleijel & Uddling, 2012)
A éste respecto, recomendamos el magnífico artículo de Myers y colaboradores publicado en Nature en 2014 (Myers et al. Increasing CO2 threatens human nutrition. Nature 2014; 510:139-42)
Efectos sobre la pesca:
Tanto la pesca extractiva como la acuicultura son particularmente vulnerables al cambio climático ya que fenómenos como la elevación de la temperatura del agua como la acidificación de los océanos se manifiestan de una manera global. Ya se está observando una redistribución del potencial de capturas pesqueras hacia latitudes más altas debido a éstos cambios. La acidificación consecuente al aumento de la concentración de en la atmósfera tiene consecuencias directas y rápidas sobre los organismos calcáreos (como, por ejemplo, los moluscos, es decir, mejillones, almejas, etc), con disminución de capturas y muerte de arrecifes coralinos (ver imagen de abajo explicativa de éste proceso que lleva a la disolución del carbonato cálcico).
La elevación del nivel del mar, fusión de hielos polares y de glaciares continentales, cambios en los patrones de precipitaciones y aportes fluviales a mares y lagos, así como otros fenómenos meteorológicos extremos, como el incremento en la frecuencia de grandes tormentas afectan al sistema marino en términos de disminución de la salinidad y arrastre de contaminantes, afectando a la pesca en general pero especialmente a las zonas de producción acuícola.
Efectos sobre la higiene y salubridad de los alimentos:
Lo referido a este epígrafe, y parte de los anteriores, está tomado de el
artículo publicado este año en la Revista de Salud Ambiental (Mirón, 2017). Pueden verse las referencias
bibliográficas en el mismo.
Teóricamente la tendencia al calentamiento global favorecería la
proliferación de microorganismos potencialmente productores de intoxicaciones y
toxiinfecciones alimentarias al aproximarse la temperatura media global a la
temperatura óptima de crecimiento de esos gérmenes. Tendríamos el ejemplo del
comportamiento estacional de los casos de Campylobacteriosis o Salmonelosis,
que son las dos enfermedades producidas por el consumo de alimentos más
frecuentes en Europa, con picos en verano coincidiendo con la elevación de las
temperaturas. Incluso algunos estudios realizados en varios países europeos han
descrito un aumento significativo de casos notificados de Salmonelosis en
humanos por cada grado que la temperatura media mensual supera un determinado
umbral de temperatura, que es variable según los países estudiados sugiriendo
que la temperatura influye en la aparición de la enfermedad en un 35% de los
casos de salmonelosis que se producen en países como Inglaterra, Holanda o
España. Sin embargo, lo cierto es que las infecciones entéricas bacterianas
presentan una tendencia decreciente a lo largo de Europa. En parte ello es
debido a las medidas de control establecidas desde instancias públicas, lo que
indica que en este sentido el riesgo potencial por temperaturas elevadas
relacionadas con el cambio climático puede ser contrarrestado a través de la
acción concertada de salud pública. Por ejemplo, en España existe un claro
descenso en el número de casos notificados de salmonelosis desde 2003 (ver
gráfica), sobre todo en los debidos a Salmonella enteritidis,
coincidiendo con la puesta en marcha del Plan Sanitario Avícola que
contempla estrictas medidas generales de higiene en la explotaciones avícolas y
medidas concretas de control de Salmonella spp en las mismas,
junto con la implementación de programas de control en huevos y ovoproductos
ejecutados por los Servicios Oficiales de Salud Pública como complemento a las
medidas de higiene ya establecidas en el marco del control oficial de
establecimientos alimentarios con unas consecuencias evidentes.
Número de casos por Salmonella spp notificados en España
de 2002 a 2013.
Fuente: Sistema de Información Microbiológica de la
Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica. |
No obstante, hay que ser conscientes del riesgo potencial que el
calentamiento global supone en éste aspecto en países donde las medidas de
control son leves o no existen y de los que no se tiene constancia de cuál es
la tendencia por carecer de datos y estudios. El Centro Europeo para la
prevención y el control de las enfermedades incluye en una revisión
bibliográfica riesgo potencial de incremento de Campylobacter por la elevación
de la temperatura y los episodios de lluvias torrenciales y de mayor riesgo por
Salmonella debido al aumento de las temperaturas.
Existen trabajos que refuerzan la idea de la influencia del cambio
climático en el cambio de patrones de distribución o frecuencia de aparición o
riesgo de que aparezcan determinados microorganismos o contaminantes bióticos
en alimentos. Por ejemplo, se ha descrito que la alteración de los ecosistemas
pueden producir una mayor proliferación de roedores y como consecuencia un
aumento del riesgo de Leptospirosis por contaminación de aguas y alimentos.
Se ha observado una relación significativa entre la presencia de Ocratoxina
A en la uva y el aumento de las temperaturas en España. Modelos predictivos en
escenarios de aumento de 2ºC o de 5ºC de la temperatura en Europa obtienen
mapas de riesgos por contaminación de maíz por aflatoxinas que indican una
mayor incidencia en el sur de Europa, con especial relevancia en España.
La elevación del nivel del mar, fusión de hielos polares y de glaciares
continentales, cambios en los patrones de precipitaciones y aportes fluviales a
mares y lagos, así como otros fenómenos meteorológicos extremos, como el
incremento en la frecuencia de grandes tormentas afectan al sistema marino en
términos de disminución de la salinidad y arrastre de contaminantes, con
modificación de especies, aparición de patógenos fecales (superación de
sistemas de alcantarillado por inundaciones), patógenos marinos como Vibrio
spp por cambios en la salinidad y temperatura del agua, aumentos en la
frecuencia y amplitud de afloramientos de dinoflagelados tóxicos. Todo ello con
afectación de zonas de producción acuícola, especialmente de moluscos bivalvos
en los que estos gérmenes y toxinas se pueden acumular por tratarse de
organismos filtradores.
Conclusiones:
El cambio climático está produciendo, y la proyecciones indican que seguirá
produciendo, una disminución en los rendimientos de los cultivos, especialmente
en regiones templadas y tropicales con efectos particularmente importantes en
países en vías de desarrollo, donde la capacidad para adaptarse al cambio es
más limitada. No solo se está viendo afectado el rendimiento sino también la
calidad de los cultivos, con menor concentración de proteína. No obstante, las
zonas situadas a altas latitudes tendrían una perspectiva favorable por la
elevación de la temperatura, ampliando el periodo de crecimiento vegetativo si
bien con mayor riesgo de extensión de plagas desde zonas templadas.
Al ser los efectos similares sobre la praticultura la ganadería se vería
afectada vía alimentación animal por una elevación de costes de producción y
también por efectos directos sobre el bienestar animal y sus menores
rendimientos a nivel de producción de alimentos de origen animal.
Particularmente sensibles están demostrando ser los recursos pesqueros
respecto al cambio climático, alterando los ecosistemas marinos de forma
importante por la elevación de la temperatura, modificaciones de la salinidad y
la acidificación consecuente al aumento de la concentración de CO2.
La mayor incertidumbre en la producción de alimentos junto con la
especulación de los mercados derivada de la misma y de determinadas decisiones
políticas (producciones de biodiesel, restricciones a las
exportaciones/importaciones) están ya produciendo importantes fluctuaciones en
los precios, sobre todo de los cereales, con creciente problemas de acceso a
los mercados de grandes grupos de población en un contexto de mayor demanda por
el crecimiento de la población mundial.
La elevación de la temperatura media global produciría un mayor riesgo
potencial de enfermedades de transmisión alimentaria, si bien en países que
disponen de medidas de control de la higiene de los mismos la tendencia no es
desfavorable hasta ahora en cuanto a casos notificados, aunque no cabe duda de
que el riesgo existe especialmente en países donde carecen de medidas de
control y de sistemas de información sanitaria lo suficientemente desarrollados.
En el acuerdo sobre el cambio climático alcanzado en París en 2015 se fijó
el límite de que el aumento de la temperatura media mundial se sitúe por debajo
de 2ºC pero con el objetivo de que quede en 1.5ºC buscando un escenario de
contención de emisiones. Este objetivo sería congruente con el escenario más
favorable de mitigación de emisiones que contempla el quinto informe del IPPCC
pero ese horizonte (emisiones para el año 2100) prácticamente ya se ha
alcanzado en cuanto al nivel de emisiones de CO2. Por tanto, se
confía en este acuerdo para la reducción de misiones que evite que la inercia
del cambio climático nos lleve a escenarios más desfavorables.
Recientemente se han publicado estudios que advierten sobre el aumento en
la emisiones de metano a la atmósfera, gas con efecto invernadero 23 veces
mayor que el dióxido de carbono, atribuible al incremento de las actividades
agrícolas (Saunois et al., 2016) y de forma cada vez más importante, según
alertan los expertos, a la disminución de la extensión del hielo ártico
produciendo la emisión de metano debido al deshielo del permafrost marino
(Wadhams, 2016). Este proceso es creciente por verse constantemente
retroalimentado por la menor superficie helada, disminuyendo la cantidad de
radiación reflejada (albedo), traduciéndose en mayor calor absorbido. Por
tanto, hay otras fuentes de gases de efecto invernadero que parecen influir de
forma creciente en el cambio climático mientras que los esfuerzos se están
centrando en las emisiones de CO2.
Si a esto último añadimos los cambios en la coyuntura política, con el
ascenso al poder de líderes poco proclives a la contención y reducción de
emisiones, es comprensible el escepticismo de parte de la comunidad científica
respecto al cumplimiento de los objetivos acordados en la cumbre de París,
corroborado en parte durante la Conferencia recién finalizada en Bonn (COP23).